Creada en Chile en 1996, la Red de Centros de Educación Comunitaria – CEC es una red de 15 instituciones de enseñanza de la primera infancia (sala cunas y jardines), que trabaja con pequeñas comunidades. El objetivo de la red es fortalecer los proyectos educativos con el fin de estimular y facilitar aprendizajes para la transformación personal, social, política, económica y cultural de los actores populares.
Uno de los caminos elegidos por la Red CEC es la sensibilización de niñas, niños y sus familias cuanto a los derechos de los pequeños, bien como hacerlos más participativos en la política junto a otras instancias y actores de la sociedad. Educar, para Red CEC, “es un acto político, porque a través de educar y ser educado necesariamente se produce una transformación”.
Es cierto que todas las instituciones de la Red CEC trabajan desde un enfoque de derechos y proponen que niñas y niños ya desde sus 3 años sean sujetos de derechos y, por eso, tienen un importante rol en la sociedad en que viven. La mirada es ciudadana y busca desarrollar todo el potencial de la primera infancia. Por eso, el jugar libremente es un elemento muy importante. Es una herramienta de cambio social que contribuye con la construcción y con el desarrollo de habilidades interpersonales, bien como con el fortalecimiento o la creación de vínculos.
La Red CEC, como coparte de tdh-A, ha participado con diversas actividades en las celebraciones de la primera Semana Mundial de Jugar en América Latina. El día 25 de mayo en el Jardín Belén (distrito de Peñalolen), en un patio interactivo, niñas y niños con edades entre 3 y 5 años ejercitaron un jugar libre, de cuerpo y alma. Estaciones organizadas por grupos garantizaron una mañana para el ejercicio de ese derecho y apropiación del espacio. Tanto en el espacio interno como en la calle, que se cerró para que todos jugasen. Así, la comunidad Villa el Cobre, Peñalolen, tuvo un día distinto en el cual los pequeños tomaron la calle.
Ya en horas de la tarde del día 25, representantes de todas las organizaciones integrantes de la Red CEC su juntaron en su Asamblea Anual 2018, en la cual tuvieron una sensibilización sobre el derecho de jugar libremente. Los educadores jugaron libremente no solo en teoría, sino en la práctica con sus pares en una tarde distinta de lo normal. La idea fue que jugasen de cuerpo y alma para que fuesen ellos multiplicadores de esa actividad potente, una verdadera herramienta para la construcción de una cultura de paz.
En la evaluación de ese día se destacó la importancia del juego para los adultos y de la oportunidad de gozar de los beneficios de esa práctica. Además, quedó claro que el jugar tiene su encanto para toda la gente ¡desde los seis meses hasta los 100 años!
Paralelamente a la SMJ, una experiencia que reflexionó directamente sobre la propuesta del jugar de cuerpo y alma fue la visita a la Sala Cuna y Jardín Aitue – hogar que se ama. Allí el jugar es parte de todas las actividades del año y actúa como herramienta para el fortalecimiento de vínculos de niñas y niños en vulnerabilidad de derechos –familias sin fuerte vínculo o incluso inmigrantes de países como Haití y México–, y rescate de culturas tradicionales como la mapuche. Con fuerte influencia de Pickler, Montessori y de la Antroposofía, en ese lugar niñas y niños tienen total libertad para jugar de cuerpo y alma desde sus seis meses de edad.eada en Chile en 1996, la Red de Centros de Educación Comunitaria – CEC es una red de 15 instituciones de enseñanzade la primera infancia (sala cunas y jardines), que trabaja con pequeñas comunidades. El objetivo de la red es fortalecer los proyectos educativos con el fin de estimular y facilitar aprendizajes para la transformación personal, social, política, económica y cultural de los actores populares.
Uno de los caminos elegidos por la Red CEC es la sensibilización de niñas, niños y sus familias cuanto a los derechos de los pequeños, bien como hacerlos más participativos en la política junto a otras instancias y actores de la sociedad. Educar, para Red CEC, “es un acto político, porque a través de educar y ser educado necesariamente se produce una transformación”.
Es cierto que todas las instituciones de la Red CEC trabajan desde un enfoque de derechos y proponen que niñas y niños ya desde sus 3 años sean sujetos de derechos y, por eso, tienen un importante rol en la sociedad en que viven. La mirada es ciudadana y busca desarrollar todo el potencial de la primera infancia. Por eso, el jugar libremente es un elemento muy importante. Es una herramienta de cambio social que contribuye con la construcción y con el desarrollo de habilidades interpersonales, bien como con el fortalecimiento o la creación de vínculos.
La Red CEC, como coparte de tdh-A, ha participado con diversas actividades en las celebraciones de la primera Semana Mundial de Jugar en América Latina. El día 25 de mayo en el Jardín Belén (distrito de Peñalolen), en un patio interactivo, niñas y niños con edades entre 3 y 5 años ejercitaron un jugar libre, de cuerpo y alma. Estaciones organizadas por grupos garantizaron una mañana para el ejercicio de ese derecho y apropiación del espacio. Tanto en el espacio interno como en la calle, que se cerró para que todos jugasen. Así, la comunidad Villa el Cobre, Peñalolen, tuvo un día distinto en el cual los pequeños tomaron la calle.
Ya en horas de la tarde del día 25, representantes de todas las organizaciones integrantes de la Red CEC su juntaron en su Asamblea Anual 2018, en la cual tuvieron una sensibilización sobre el derecho de jugar libremente. Los educadores jugaron libremente no solo en teoría, sino en la práctica con sus pares en una tarde distinta de lo normal. La idea fue que jugasen de cuerpo y alma para que fuesen ellos multiplicadores de esa actividad potente, una verdadera herramienta para la construcción de una cultura de paz.
En la evaluación de ese día se destacó la importancia del juego para los adultos y de la oportunidad de gozar de los beneficios de esa práctica. Además, quedó claro que el jugar tiene su encanto para toda la gente ¡desde los seis meses hasta los 100 años!
Paralelamente a la SMJ, una experiencia que reflexionó directamente sobre la propuesta del jugar de cuerpo y alma fue la visita a la Sala Cuna y Jardín Aitue – hogar que se ama. Allí el jugar es parte de todas las actividades del año y actúa como herramienta para el fortalecimiento de vínculos de niñas y niños en vulnerabilidad de derechos –familias sin fuerte vínculo o incluso inmigrantes de países como Haití y México–, y rescate de culturas tradicionales como la mapuche. Con fuerte influencia de Pickler, Montessori y de la Antroposofía, en ese lugar niñas y niños tienen total libertad para jugar de cuerpo y alma desde sus seis meses de edad.