La SMJ 2019 abrió un espacio de restitución del juego para niñas, niños y adolescentes que forman parte del Instituto Poblano de Readaptación A.C. (IPODERAC) de Atlixco en Puebla, México, para quienes el derecho a jugar ha sido vulnerado.
Del lunes 27 al viernes 30 de mayo de 2019, cada día durante una hora los 69 niños y adolescentes, y las 9 niñas y adolescentes del IPODERAC, tenían como única tarea jugar. Se trata de niñas, niños y adolescentes originarios de México y Centroamérica que han vivido en situación de alta vulnerabilidad, provenientes de contextos de abandono, violencia o calle.
Los juegos se realizaron de 17 a 18 horas durante los días del evento. En algunas ocasiones en el IPODERAC Niñas, la emoción por el juego era tan grande que la actividad se extendía una hora.
Todas las actividades se realizaron en áreas seguras al aire libre, tales como canchas de fútbol, de baloncesto y áreas verdes. La propuesta para los niños fue enfocada en el desarrollo de un espacio para el juego, a través de la cooperación y el respeto. Para las niñas, la propuesta recuperó la importancia del “volver a jugar” como un acto de restitución de los derechos a niñas y adolescentes que por provenir de contextos de vulnerabilidad estuvieron alejadas de la posibilidad de disfrutar de la práctica de actividades lúdicas. De este modo, el juego es un medio para lograr que estas niñas y adolescentes se sientan seguras, fortalezcan su autoconfianza y desarrollo personal.
Fueron momentos de sano esparcimiento y encuentro. En cada actividad, los adultos actuaron como figuras que cumplieron el papel de facilitadores del juego al brindar las condiciones adecuadas, espacios seguros y acompañar a los participantes. Al término de cada jornada, se realizó una práctica auto-reflexiva donde cada uno pudo compartir sus impresiones acerca de las dinámicas realizadas, como un ejercicio que contribuye al aprendizaje de la comunicación, el trabajo conjunto y la importancia del disfrute del juego.
La reflexión de cierre de la semana en IPODERAC Niños, estuvo enmarcada por dos preguntas: “¿Cómo pude poner en práctica la cooperación y el respeto?” y “¿Qué fue lo más complicado al participar en estos juegos?” Para los niños y adolescentes la principal la dificultad fue entender el juego no como una competencia, sino como una toma de decisiones de manera consensuada para llegar a un fin común. Mientras que en IPODERAC Niñas, el énfasis estuvo en la importancia de tener tiempo para jugar, como un medio para practicar la participación y el bienestar personal. Al principio, casi todas las adolescentes se mostraron apáticas pues decían que “Ya no somos niñas para andar jugando, ya somos grandes y es aburrido”. Sin embargo, minutos más tarde, con el desarrollo del juego, este sentir cambió dando pie al disfrute y a la libre expresión.