Maeve Vida, autora y profesora de meditación, reflexiona en este texto publicado en la Guía de la Semana Mundial de Jugar 2019 sobre de la importancia del juego para desarrollo de una Cultura de Paz.
¿Cómo está el cuerpo y la mente de los niños y las niñas? ¿Cuáles son las cualidades que los adultos podemos incentivar en nuestras vivencias cotidianas con niños y niñas para un juego alegre y, al mismo tiempo, permeado por el respeto amoroso a la diversidad? ¿Cómo acercamos a los niños y niñas a la comprensión de reglas esenciales para un juego saludable e impregnado por la Cultura de Paz?
Esas son algunas de las preguntas que las familias y los educadores deben hacerse al promover momentos y espacios que garanticen el derecho primordial de todo niño y niña: jugar.
Debemos recordar que niños y niñas viven hoy, en la mayoría de los casos, en un ambiente desafiante para la infancia: exceso de tecnología y poca empatía. Rodeada por celulares – que están en las manos de sus padres o en sus propias manos – recibiendo contenidos estereotipados, los niños y niñas se ven, en muchos casos, alimentados de contenidos vacíos en el cultivo de los valores humanos. Contenidos que refuerzan la cultura del miedo, de la violencia y de la ansiedad y que se reflejan claramente en sus juegos.
De esta forma, para que el juego sea libre, alegre y constructivo, los cuidadores necesitan promover, constantemente, vivencias que le aproximen a niños y niñas la oportunidad de desarrollar sus habilidades socio-emocionales, con momentos de reflexión sobre sus actitudes hacia sus amigos y con los adultos, sobre el respeto con los juguetes y materiales de sus actividades, incluyendo también el cuidado amoroso hacia los animales y plantas que son parte de su vida.
Grandes educadores como María Montessori le destacaban a sus alumnos: “aquí ustedes pueden hacer todo, menos perjudicarse a sí mismos, las personas con quienes conviven y el ambiente de la escuela”. Era una manera de recordarles estar en el centro de sí mismos, en una conexión con su yo superior, donde habita la verdadera libertad y la creatividad en el juego.
Son numerosas las herramientas que los adultos pueden utilizar para que niños y niñas regresen a ese centro y, nutridos y nutridas por la autoestima, autocontrol, paz interior y fuerza de voluntad, se coloquen en el mundo de forma más consciente. Es fundamental para los niños y las niñas sentir que son también coautores y coautoras de su propio destino, a partir de sus actitudes y palabras.
Es a partir de este centro que niños y niñas adquieren una forma más plena de expresión en sus juegos y en su comportamiento. Ayudar a niños y niñas a sumergirse dentro de sí mismos en el silencio de su corazón, yendo más allá de la marea de informaciones y estímulos electrónicos en los que vivimos, es una de las formas más profundas de fortalecerlos y fortalecerlas para que sean agentes constructores de una sociedad más justa, amorosa y pacífica.
Entre las muchas prácticas de construcción para una cultura de paz en el juego se encuentra la sabiduría milenaria de la ciencia del Yoga, que es cada vez más utilizada en el área de educación como un recurso de apropiación, por parte del niño y la niña, de su propia fuente de paz interior.
En Brasil, desde hace 10 años, tenemos una experiencia muy profunda de esta aplicación de la ciencia del Yoga en la Educación, en la Escuela Arte de Ser, en São Paulo. La escuela apoya su trabajo en la metodología How-To-Live, una sistematización de la ciencia del Yoga para el área de la Educación. Ese currículo fue ideado por el educador y yogui Paramahansa Yogananda, al fundar la primera escuela que siguió estos principios en la India en 1917.
En Occidente, la Escuela Arte de Ser es la primera en utilizar esta metodología, que ve al niño y a la niña a partir de cuatro pilares: ciencia del cuerpo, ingeniería mental, artes sociales y ciencia espiritual aplicada. Prácticas del hatha-yoga, meditación, talleres de alimentación saludable, vivencias en la huerta y el incentivo a una convivencia armoniosa son parte de la planificación pedagógica de la escuela para el desarrollo del autoconocimiento de los niños y niñas y un despertar a una conciencia social más amplia.
Otras escuelas en todo Brasil están apropiándose de las vivencias en hatha yoga y meditación, con excelente resultado tanto en el trabajo cognitivo, como en la capacidad de desarrollo de habilidades socioemocionales.
Si conseguimos solo enseñarles a los niños y niñas a respirar correctamente – por medio de una respiración nasal y tranquila – para que puedan usar este importante recurso para controlar sus emociones, habremos hecho más de la mitad del trabajo de educación para la paz.
Y para poder aprender a respirar, es necesario cultivar la tranquilidad y la belleza del momento presente en su plenitud, es necesario ser alfabetizado acerca de la importancia del silencio, el cual pocas escuelas enseñan. “El silencio vale oro. El silencio es muy bueno. Es en el silencio que yo escucho al corazón”, dice una canción que enseñamos a las niñas y niños. Eso puede ser mostrado a ellos, por ejemplo, con ejercicios de respiración permeados por lo lúdico y la alegría inocente.
Esta mirada atenta del educador y de las familias hacia las necesidades de momentos de interiorización, que contribuyan con el despertar de las virtudes, ha sido la base para un juego libre de prejuicios, feliz y amoroso, impregnado por el respeto a la diversidad.
MAEVE VIDA es autora de diversos libros infantiles, coordinadora del Programa Omnisciencia de Educación para la Paz, una de las fundadoras de la Escuela Arte de Ser, profesora de meditación para niños y niñas en la Self-Realization Fellowship y miembro del Consejo Consultivo de la Alianza por la Infancia.