La Semana Mundial de Jugar se expande por Latinoamérica

30 de maio de 2018

Por primera vez la SMJ ocurre simultáneamente en nueve países de la región (México, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Colombia, Perú, Bolivia, Argentina y Chile) además de Brasil. La organización independiente terre des hommes Alemania (tdh-A), trabaja con proyectos de apoyo a la niñez, siendo una de las más importantes articuladoras de la Semana Mundial de Jugar en esos países. Su coordinador regional Tuto Beat Wehrle nos habló acerca de la expansión del proyecto.

 

¿Cuál es la importancia de realizar la primera SMJ en varios países de Latinoamérica de manera simultanea?

En Brasil ya hay una buena articulación por el derecho a jugar. La Semana en su versión brasileña es una expresión de esto. Pero hasta hoy era la única experiencia en toda América Latina. Por eso, hemos buscado aprovechar la presencia de tdh-A en otros países de la región para ampliar el foco de la Semana Mundial y tenerla en toda Latinoamérica. Además de eso, hemos logrado el apoyo de Volkswagen y eso nos ha dado la oportunidad de hacer materiales impresos en español, abriéndonos muchas más posibilidades en otros países vecinos. El derecho de jugar es, a menudo, uno de los puntos de la Convención Internacional de Los Derechos de La Infancia que más se olvidan. Sin embargo, el derecho a jugar tiene una importancia fundamental para el desarrollo pleno de niños, niñas y adolescentes. Por eso, la expansión de la SMJ por toda América Latina es imprescindible.

 

¿Hay diferencias en el modo de “jugar” de los países hispanohablantes con respecto a Brasil?¿Eso crea un desafío para tdh-A?

Al revés: en los proyectos apoyados por tdh-A se pueden ver siempre los elementos de jugar, la búsqueda lúdica por un otro mundo posible. Lo que aún nos hace falta es más visibilidad acerca de la importancia de jugar en las organizaciones de la sociedad civil, para la sociedad en general y para los Estados. Con esta primera SMJ latinoamericana estamos plantando una semilla de la que cuidaremos los próximos años. Así que estamos seguros que podremos hacer una contribución importante en la visibilidad de este derecho y sobre todo un reflejo considerable en las políticas públicas. Claro, siempre hay diferencias en la forma de jugar, puesto que las realidades y contextos son distintos. No es lo mismo jugar en el municipio de El Alto en el Altiplano Boliviano o en una urbe sin fin como es la Ciudad de México. Pero la esencia del jugar es siempre la misma: ponerse con el cuerpo y la alma a construir colores, sonidos y relaciones.

 

¿Qué opina acerca de la seguridad en el juego?¿Es así en todos los países de nuestra región?

En toda América Latina hay una visión bastante consolidada del enfoque de los derechos, sobre todo en las organizaciones de la sociedad civil. Es una visión muy cercana a la que observamos en los movimientos y organizaciones articulados en Brasil. Somos una región marcada profundamente por la desigualdad social que produce y reproduce relaciones de explotación y de opresión. Al mismo tiempo, somos un continente ampliamente urbanizado donde la cuestión de la violencia, producto justamente de esa desigualdad perversa, se multiplica de manera aterradora. Lo que vivimos en Brasil también lo verificamos en inumerables proyectos en toda América Latina: la efectividad del derecho de jugar es una herramienta poderosa para contribuir en la construcción de una cultura de paz.

 

La estructura de la SMJ es bastante horizontal. ¿Cómo es posible hacerla funcionar en tantos lugares distintos?

Es justamente esa visión horizontal de la Semana Mundial de Jugar una de las características que facilita su multiplicación. Porque en todas partes existen personas y grupos, organizaciones y movimientos que están comprometidos con la lucha por los Derechos Humanos. Por lo tanto, la Semana Mundial de Jugar nunca empieza desde cero, pues parte de las experiencias acumuladas a nivel local, llama al conjunto de actores para hacer acciones de sensibilización, organizar días de juego, etc., de la manera que más corresponde a las realidades específicas. Y quien más conoce la realidad local son siempre las personas que allí viven y actúan.


¿Qué resultados espera de esta primera edición?

Son nuestras semillas… Pero nos animó mucho sentir la recepción positiva y animada en todos los países. De manera bastante espontánea, las organizaciones colaboradoras de tdh-A están tomando iniciativa. Estoy seguro que los próximos años podremos ir más allá y consolidar procesos de articulación más amplios.


¿Cuáles son los grandes desafíos del jugar hoy en el mundo?

Yo veo que en el momento actual hemos acelerado los tiempos y cerramos los espacios. Hay una presión por direccionar conocimientos precoces y así pasamos el rodillo compresor en el tiempo de la infancia. Estoy seguro de que esta aceleración es profundamente contraproducente, pues construye frenos que limitan la integralidad en los procesos humanos de desarrollo. La urbanización sin frenos cimenta todo, construye muros con cerca eléctrica, multiplica dispositivos de seguridad y cerca el acceso a los espacios públicos. Además por el contexto de la violencia, muchos espacios tradicionales ya no se usan para jugar, pues el miedo paraliza a todos. Todo esto produce un escape para el individuo a través del celular y los juegos electrónicos. La desigualdad social no sólo produce pocos privilegiados habitando en condominios cerrados y muchos excluidos sin condiciones humanamente dignas de vivir, sino también deconstruye los vínculos, las relaciones sociales y comunitarias. Por eso, la Semana Mundial de Jugar es de esencial importancia en Brasil, América Latina y en todo el mundo.

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